Son cuadros en los que se ha llegado al límite de la economía: trazos que delimitan formas simples, descomplicados, sencillos; colores llanos que evocan estados de ánimo, a veces alegres, a veces no tanto.
Es el resumen de la vida artística del maestro Enrique Tábara, el epílogo de su experimentación, de su búsqueda, de su relación con la ciudad y el campo, es el constante coqueteo con Europa, con la España en donde vivió 9 años, y que es la tierra natal de parte de su familia.
Enrique Tábara dice que en su obra todavía hay rastros del pintor figurativo que siempre ha sido, pero que ahora ha incluido un poco de abstracción, es decir, lo que el minimalismo que practica en la actualidad le solicita. Por eso, dice el maestro, hay mucho de romanticismo, y quizá, de poesía.
Ha eliminado gran parte de la figura humana, de la naturaleza, de los insectos, pero se ha quedado con el color, con la textura, con los rincones que captura de ese Guayaquil urbano y cotidiano, del día a día de su ciudad natal, de las partes bellas y los sórdidos recovecos. Es la esquina de cemento, la cúspide de un edificio alto, la vista parcial desde el cerro, parte del río.
Eso es lo que hacen los pintores minimalistas, dice Tábara, eliminan elementos que creen que no son necesarios continuar, porque sino la pintura se vuelve algo frívolo, limitado como quedarse en la abstracción, o en la pintura de acción.
Pura casualidad o no, este es un retorno del artista a la pintura que hizo hace mucho tiempo, allá por la década del sesenta cuando había llegado a Barcelona, y no tenía mucho contacto con estos pintores. Fue una época de cambio, en la que buscaba dejar atrás el precolombinismo que le había marcado, hasta ese momento, su camino.
Luego vino el gran encuentro de sus pies, la época que él llama pata-patas, en la que el artista intenta dejar de lado todo lo que había hecho en Europa. Al principio le fue difícil hacer estos cuadros porque no vendía ni uno. Sin embargo, su espíritu siempre rebelde primó, haciendo que dibuje los pies, las botas y los zapatos durante 17 años. Entre tanto estuvo la época de los insectos, la de los árboles, la del diseño de un gran museo en Quevedo que todavía no ha visto la luz, la de apostar por su país, por sus paisajes, por su gente, por su tierra.
Así que, hace muchos años, decidió regresar de Europa porque había escuchado una frase de su amigo José Gómez Sicre, que decía "plántate en tu tierra y germinarás". A pesar que allá le iba mejor en lo económico, en lo artístico, en la posibilidad de triunfar más rápido, sintió que el único problema es que aquí estaba todo: "la tierra donde tenía que inspirarme, las raíces que yo procuraba echar para mi trabajo, la gente, el paisaje, la comida". Pasaron los años.
Siente que tomó la decisión correcta porque sigue disfrutando de comer lo que más le gusta: los mariscos, el caldo de bola, la menestra con carne asada. Le gusta beber vino tres veces por semana, whisky una vez por mes. Pero eso sí, no le gusta la cerveza.
Es aficionado al cine, dice que mira una película al día, y hoy por hoy, busca completar la colección de Robert De Niro. Dice que está próximo a recolectar la colección de DVD de las 100 mejores películas del cine. Siempre busca que sean originales, ya que él también ha sido víctima del mal de los grandes artistas: la piratería.
Sabe y entiende que muchos le copien, pero no tolera cuando tratan de falsificar su obra, es más, cuando se hizo la recolección de cuadros para la exposición se dieron cuenta que había una pintura falsificada, que no fue exhibida. En esto el maestro es tajante, dice que si alguna vez, una de estas pinturas cae en sus manos, él la destruirá sin ningún miramiento.
El maestro Tábara también disfruta de la lectura, especialmente la poesía contemporánea, la arqueología, y todo lo que tenga que ver con los ovnis.
Artísticamente su carrera la ha realizado con óleo, acuarela, tiza y tinta. No pinta con acrílico porque no le gusta ese material. Alguna vez ha hecho esculturas. Dice que son esculturas objeto, completamente diferentes a la tradicional. Piensa que en el futuro querrá retomar esa forma del arte.
Hay una parte de su obra que no le gusta, es la que obedece a su regreso a Ecuador en la que quería apartarse de lo precolombino y empezó a dibujar estampas de la ciudad, como el cuadro de la motocicleta roja que aparece en la invitación de su exposición. Si fuera por él echaría pintura encima de esos óleos, o les pasaría la escoba. Ahora está comprando sus cuadros, pero son pocos quienes quieren venderle de regreso.
Están muy interesantes las obras de Tabara porque utiliza colores, formas y texturas muy atractivas. Algo que también me pareció interesante de este pintor es la forma de ser que describes que tiene, así como sus valores éticos y morales. Si es una persona bastante interesada por la lectura, de seguro debe ser muy culto. La obra ¨Tropical en muro negro ¨ fue la que más me gustó.
ResponderEliminarLa exposición de Tábara es muy variada, habla de temas diferentes, utiliza colores llamativos y creo que supiste explicar muy bien cada detalle. Fue un hombre bien formado y que tuvo la oportunidad de viajar por el mundo y creo que algo de eso también refleja en sus obras. Muy linda tu exposición.
ResponderEliminarMeliza! El análisis que hiciste de Tábara me permitió comprender mejor su forma de expresarse. Su manera abstracta de pintar llama la atención más por sus colores que por sus formas. Creo que analizándolo subjetivamente podríamos encontrar y descifrar que nos quiere decir el artista y más importante aún, entenderlo y criticarlo. Una muy interesante muestra de pintura minimalista.
ResponderEliminarMeli me gusta mucho como analizas cada una de las obras de Tábara. Yo creo que con tu análisis cada uno de nosotros podríamos comprender mejor el estilo de Tábara y lo que significa la pintura minimalista.
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